miércoles, 30 de marzo de 2011

Encuentro con el otro

Tengo ganas de hablar de amor, de no perderlo de vista. Pretendo estar atento a esta fuerza invencible hasta el fin. Creo que es el amor el que vence siempre: a la mediocridad, a los miedos, a la rutina; no creo que halla rutina más hermosa y añorada que  la que está empapada de amor, de entendimiento, de respeto. Me sensibiliza el amor. Imagino y vivo mi propia historia de amor:
Es de noche. El verano esta terminando y los primeros fríos entran por la ventana abierta. Luz pastel que toca todo y le da otra vida a los objetos. Aire con incienso, música con pausas y reflexión, con almas libres. Felicidad volátil que se respira. Escena que despierta solo pensamientos placenteros, recuerdo de felicidades viejas, tal vez de la niñez, tal vez de todo aquello que nos hizo felices algún día. Dos siluetas vestidas a contraluz que se enfrentan fascinadas. Solo se miran. Cuatro ojos que se hacen el amor, se huelen, se sienten. Dejan que lo obvio llegue con el tiempo. No se tocan. Tienen el deseo que les hierve la sangre. Se sienten dueños del otro, de todo del otro, de toda su humanidad. Eso los excita más que nada; saber que él es de ella. Que ella es de el. La música entra en las mentes de estos dos que se siguen mirando con un deseo que ya se huele en el aire. El quiere entrar en ella, en su mente. Sabe que no hay mejor manera de hacerle el amor que entendiendo su alma. Los ojos de él ven mas allá de las retinas de ella. El puede leerla. Siente que puede: un alma liviana, llena de sueños, necesidad de amar, de que la amen. Afina su mirada, tratando de poner todo de sí en sus ojos enamorados color café. Ella también lo lee: otra alma que necesita ser abrazada por sus brazos delgados. Es increíble lo que sienten estos dos. Pueden sentir caricias desde unos ojos. Paz. Sienten paz. Sienten que el otro no esconde nada cuando mira. Los brazos están relajados. Lentamente empiezan a improvisar miradas llenas de lo que sienten, llenas de  amor, de deseo. El lentamente levanta su mano derecha y la apoya en la mejilla de su mujer que deja caer su cara suave y templada. Se sienten. El tacto empieza a ser protagonista. Ella se deja acariciar, porque siente que bajo sus caricias no hay miedos, todo es posible, todo lo malo se transforma en esperanza, los miedos son absorbidos y desintegrados por sus almas. Y las caricias continúan, sus partes más íntimas son tocadas con el calor más ardiente, placentero, el mundo se convierte en un lugar sólo visitado en ese estado, un lugar sólo para amantes del amor, solo para aquellos capaces de no cuestionarse donde han estado, sólo para aquellos capaces de entender que una vez visitado ese lugar ya nada será igual, porque las almas dejan parte de su esencia allí, y necesitan desde ese momento volar hacia ese lugar para siempre, porque cuando no vuelven a hacerlo se debilitan, pierden la energía que las hace invencibles, pierden ese magia que las hace únicas.


Se que solo tú

Tus pies, que forman surcos.
Tus lágrimas, que emanan pálidos gritos.
Tus voces, que retumban sordamente como una gota de rocío.
Tus pétalos, que emergen del anonimato abriendo sus alas tapiz.
Tus ojos, nublados cristales equidistantes, fieles como cada estrella.
Tus manos, gesto de pureza sobre un amanecer tardío.
Tu alma, abrigo de un ser enamorado en la tempestad.
Tus pechos, fortaleza impenetrable de tu conciencia azul.
Tus piernas, escaleras al camino de la vida.
Tus dedos, pequeños soldados unidos por un frío eterno.
Tus labios, puerta de tu aliento, mi abrigo.
Tu corazón, cofre que junta y reparte misterios.

Tú, una peregrinación de encantos.
Un sin fin sensaciones, sentimientos, recuerdos, sinsabores, alegrías, esperanzas, miedos
Y millones de algunos otros infinitos.

Tú, mirada que conversa, contempla, enamora, asiste, llora, ríe, sueña, imagina, fantasea, recorre, muerde, besa, huele.

Tú, que más: solo tú.
Que palabra no se sentiría pequeña
Para referirse a ti.
Que palabra tendrá la hidalguía de creerse la justa para describirte.



martes, 29 de marzo de 2011

Te siento sol...


Te siento sol, roca de fuego.
Espuma cobriza posada sobre un mar rojizo.
Horizonte de un alma distante y delgada.
Me siento viento, que socava tu parda cabellera,
Constelación estampada en tus pechos,
Fruto del árbol de tu vida (nuestra vida).
Te siento mar, decidida, espumante, imponente,
Que es abrazado por un río eterno, mis brazos.
Me siento dichoso, por tenerte a mi lado,
Anhelando un perenne beso de tus ojos encendidos,
Que iluminan el momento (nuestro momento).
Te siento noche, misteriosa y admirada.

AMOR ↔ ANTIAMOR

Primero, como se disfruta compartir ideas y sentimientos con alguien que sentimos que anda el mismo camino que uno. Que bueno que es cuando una charla puede abrir un camino que parecía cerrado, despertar una idea que estaba dormida, disipar nubes y mostrar al cielo aun más azul. Que increíble cuando solo las palabras convierten a una situación en placentera. Creo que esto es lo que nos impulsa a continuar haciendo culto a las conversaciones que parecen casuales y banales, pero que terminan siendo totalmente trascendentales para  los integrantes de dicha comunicación. Porque saben que nada es casual en la vida.
La noche pasada hablábamos del amor e inmediatamente, como si se tratara del Shing y el Shang, apareció en nuestros labios una palabra que parecía equilibrar las cosas: el anti-amor –recuerdos angustiosos de historias de amor pasadas que moldean nuestra forma de amar-. Desde el principio provoca dolores en la boca del estómago, ausencia de amor propio creyendo que somos culpables de algo y hasta ausencia de hambre. Pero en realidad, sentía ganas de verle el lado positivo a esa bendita palabra compuesta,  y creo que podríamos escribir varios capítulos que hablen de sus aspectos convenientes para cualquier persona que suele sufrir por amor ¿O a caso hay alguien sobre la faz de la tierra que no haya sufrido alguna vez por este antiquísimo mal? Lo primero que se me vino a la mente fue comparar a los anti-amores con los faros; Y si, tal vez te estés preguntando que conexión tiene un faro con este tema. Empecemos por la definición de faro que dice: “Torre elevada, junto a la costa, en cuyo extremo superior se enciende una luz giratoria para que sirva de señal a los navegantes”. Bueno ahora imaginemos que nosotros navegamos en nuestra barca por el espumoso e incierto mar de la vida con el objetivo de llegar a la isla indicada -cada uno tiene la suya, a no preocuparse- que es un extracto de nuestra esencia y nuestros sueños. Muchas veces, y siguiendo con el ejemplo, el mar nos muestra su poderío desalentándonos con sus olas e intensas brisas, haciéndonos creer por momentos que estamos perdiendo el verdadero rumbo de navegación. Pero así como los marineros tienen sus faros como señales, nosotros podemos usarlos del mismo modo en nuestro mar interior. Para saber cual es la zona del mar que ya navegamos alguna vez y no nos dio resultado o no nos hizo felices. Por ende: más anti-amores/faros, más señales para llegar sin problemas a nuestro destino deseado.
 Cuantas veces recordamos con gran resentimiento una historia trunca con una ex pareja –con el peso innecesario que significa para uno mismo- y nos atormentamos pidiéndole a Dios a gritos que no nos vuelva a pasar algo similar. Y que suele pasar: se repite la historia con otra persona totalmente diferente. ¿A que se puede deber esto? Mi respuesta –que nada tiene de absoluta- dice que cuando miramos los fracasos amorosos en función de la otra persona, nos olvidamos de la información valiosa que esa situación nos dio, de los exámenes que rendimos. Y digo exámenes y pido permiso para citar un ejemplo más: Cuando uno no rinde bien una materia en la escuela, tiene que rendirla una, dos,  todas las veces que sea necesario hasta que la rinda bien. Y en la vida pasa lo mismo: si no aprendemos de lo que nos pasa, Dios nos da la posibilidad de recursar la materia hasta que aprendamos la lección. De esta forma no vamos a decir mas: “siempre, pero siempre me pasan estas cosas a mi” sino “calculo que si siempre me pasa lo mismo será porque tengo que aprender de esto, sino me va a seguir pasando”.
Bueno, todas las palabras escritas en esta hoja nacieron la otra noche. De tu boca y la mía. De tu cerebro y el mío. De nuestros corazones que a veces piensan demasiado. Palabras que se la pasaron volando por mi habitación como mariposas de verano desde que dejamos de hablar del tema. Entonces, esta madrugada…ya con el sol filtrándose un poco por la ventana –como odio acostarme cuando ya amaneció- decidí armar una red imaginaria de letras para atraparlas y estamparlas en estas hojas.

lunes, 28 de marzo de 2011

Primeras Letras


 
Una vez sentado en mi cuarto de la calle Cuba escribía pensando que esas letras algún día saldrían a la calle. Me excitaba un poco pensar que todo lo que estaba escribiendo en algún momento alguien lo iría a leer. Es un poco de ego + catarsis + deseo naciente (en ese entonces) de ayudar a los demás. De utilizar esas letras para poder compartir mis emociones, mis experiencias, mis sueños. Y entiendo ahora, en este mismo momento en los estudios de La 100, que todos tenemos la posibilidad de escribir. Sacar afuera esas letras que viven encerradas en uno mismo. Sacar afuera lo que grita en el pecho, en el corazón. De a poco iré cumpliendo con ese viejo anhelo de compartir con ustedes lo que sueño, lo que vivo, lo que amo. Letras + música + sueños que se cumplen.

Bienvenidos